La mascarilla ha venido a protegernos al mismo tiempo que su uso y paradójicamente ha agravado afecciones y enfermedades de la piel como la rosácea, lo cual no quita para estar atento a los últimos avances para su tratamiento.

La rosácea es un trastorno crónico de la piel facial que se caracteriza por brotes y remisiones continuados y que a menudo ocurren en personas de entre 30 y 60 años.

Otros signos comunes de la rosácea incluyen protuberancias y espinillas, enrojecimiento y vasos sanguíneos visibles.

También, en cerca de la mitad de pacientes de la rosácea los vasos sanguíneos de los ojos se hacen notorios en el margen del párpado, ofreciendo este un aspecto acuoso, una manifestación acompañada por la pérdida de agudeza visual.

La causa de la rosácea es desconocida, pero sus síntomas pueden ser desencadenados por diferentes factores como la exposición al sol, el estrés emocional, el clima, el viento, el ejercicio intenso, el alcohol, los alimentos picantes, las bebidas calientes, la humedad, ciertos productos para el cuidado de la piel y potencialmente una sobreabundancia de ácaros.

También hay investigaciones recientes que han encontrado asociaciones entre la rosácea y otros trastornos médicos graves como enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales, afecciones psiquiátricas y neurológicas, enfermedades autoinmunes y ciertos tipos de cáncer.

Con la pandemia, el uso de mascarillas ha puesto de manifiesto irritación de la piel.

En un estudio de los síntomas de la rosácea relacionados con el uso de la mascarilla llevado a cabo por la Sociedad Nacional de la Rosácea (NRS), la puntuación de gravedad promedio para el síntoma del enrojecimiento aumentó un 58 por ciento, y en un 52 por ciento en los casos de pacientes con protuberancias y espinillas. El enrojecimiento facial persistente aumentó el 56 por ciento en pacientes con protuberancias y espinillas, y el 44 por ciento en aquellos con enrojecimiento facial solo.

Durante el mismo período, las puntuaciones de calidad de vida disminuyeron un 69 por ciento en pacientes con enrojecimiento facial y un 45 por ciento en aquellos con protuberancias y espinillas.

Prevención, diagnóstico y tratamiento de la rosácea

En cuanto a otros aspectos como el referido al tratamiento, una encuesta reciente también del (NRS) con 1.700 personas, encontró que los hombres y mujeres con rosácea de 60 años o más tenían más probabilidades de usar tratamientos más antiguos, ya que el 54 por ciento de los mayores de 60 años dijeron que todavía utilizaban la primera terapia de prescripción desarrollada y aprobada para la rosácea, en comparación con el 41 por ciento de los menores de 60 años.

Sin embargo, hay nuevas terapias médicas específicas para el enrojecimiento que no solo son eficaces e incluso pueden modificar el curso a largo plazo de la enfermedad. También se han introducido nuevos avances en la terapia tópica y oral para protuberancias y espinillas para ayudar a lograr una piel limpia, mientras que los láseres y otras terapias de luz se utilizan para eliminar los vasos sanguíneos visibles y se utilizan láseres o cirugía más agresivos para corregir cualquier engrosamiento de la piel.

La rosácea es un trastorno crónico de la piel facial que se caracteriza por brotes y remisiones continuados y que a menudo ocurren en personas de entre 30 y 60 años.

También encontramos productos específicos para el cuidado de la piel que evitan la irritación y calman la piel sensible.

Es fundamental que las personas con cualquiera de los siguientes signos de advertencia de rosácea consulten a un dermatólogo para el diagnóstico y el tratamiento adecuado:

  • Enrojecimiento en las mejillas, la nariz, la barbilla o la frente.
  • Pequeños vasos sanguíneos visibles en la cara.
  • Protuberancias o espinillas en la cara.
  • Ojos llorosos o irritados.

TOMADO DE: www.beautymed.es