Las alergias en la piel son una de las afecciones más comunes en dermatología. Para entender qué son y por qué se producen, primero debemos saber que la piel puede variar durante el transcurso de la vida y es así, como varios factores determinan su estado. Por ejemplo: la temperatura, la contaminación, los medicamentos, el estrés, factores hereditarios y los productos que se utilizan en ella. Estos deben seleccionarse cuidadosamente para que se adapten al tipo de piel y mejoren su estado.

¿Cómo identificarlas?

Estas se caracterizan por un sarpullido en la piel, de coloración rojiza, con picazón, que puede aparecer en cualquier área del cuerpo. A menudo se localiza en pliegues como detrás de los codos o rodillas, en el cuello, en manos o en otra área que haya estado en contacto con el agente causal. La erupción rojiza puede producir ardor, escozor o picazón. Pueden aparecer ampollas y, si se rasca muy a menudo, puede producir costras.

Alergias más comunes

Dermatitis de contacto por irritantes:

Se pueden presentar todos los síntomas al tiempo o solo algunos.
Es producida por un agente que, al tocar la piel, genera un efecto tóxico similar a una quemadura y puede llegar a causar necrosis (lesiones más graves como muerte del tejido). Las manifestaciones clínicas pueden variar según la concentración de la sustancia química irritante y el tiempo de exposición. El 80% de esta condición dermatológica está relacionada con el trabajo.

Dermatitis de contacto alérgica:

Se produce por una reacción inflamatoria mediada por un alérgeno (sustancia que puede producir alergia en un individuo susceptible). Es mucho menos frecuente, abarcando un 7% de las enfermedades cutáneas ocupacionales y en edad adulta.

Dermatitis atópica:

Es la respuesta inflamatoria de la piel, producida por una predisposición genética en individuos que son más propensos a sufrir alergias. Se considera y se caracteriza por momentos donde los síntomas aparecen y desaparecen intermitentemente. Esta alergia es más común en los niños y en personas asmáticas, aunque también puede darse en adultos.

Recomendaciones para el buen cuidado de la piel

• Realiza un buen aseo.

• Elige la vestimenta más adecuada. Usar preferiblemente prendas de algodón y evitar el uso de telas sintéticas.

• Mantén la piel humectada, con hidratación oral (suficiente agua) y el uso cotidiano de cremas, para prevenir la aparición de lesiones en piel.

• Selecciona cuidadosamente el jabón de uso diario. Se debe tener en cuenta cuáles son sus ingredientes y así descartar alergias a los componentes de la fórmula.

• Elimina el uso de fragancias cuando se presenta alguna afección en la piel.

• Evita el rascado para disminuir las lesiones y prevenir el riesgo de infecciones.

• Evita contacto con químicos como pinturas, disolventes y otros.

• Si la enfermedad ya está establecida, puede tratarse con una buena hidratación, antiinflamatorios tópicos, glucocorticoides y antihistamínicos.


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